Los derechos humanos como eje de la lucha federativa

El origen de la Federación Judicial Argentina data del año 1958, cuando representantes de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Santiago del Estero, Jujuy, Córdoba, San Luís, La Rioja, La Pampa y Mendoza, reunidos en la ciudad de Córdoba, resolvieron la constitución de este organismo federativo. Desde ese momento inicial, se fueron incorporando paulatinamente, las restantes provincias del territorio nacional.

Desde entonces, la Federación Judicial Argentina se encuentra comprometida en la lucha por la democratización de la justicia, para lograr construir una Justicia para Todos, que respete, esencialmente, los derechos humanos y no una Justicia para el mercado. En ese sentido, es que encuadra su reivindicación por el respeto de los derechos de los trabajadores judiciales en particular y del movimiento obrero en general.

Inmersa en este compromiso diario, nuestra organización se ha visto honrada con la participación activa de muchos compañeros militantes. Al día de la fecha, más de una veintena de ellos se encuentran desaparecidos producto del terrorismo de Estado impulsado por la última dictadura militar iniciada en el año 1976. Asimismo, cabe destacar que la FJA también, se vio enaltecida con la persistente militancia de María Adela Gard de Antokoletz, una de las primeras Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, fallecida en el año 2002. En ese sentido, la Federación Judicial ha brindado en el año 2004 un  homenaje tanto a la compañera María Adela, como los 26 trabajadores judiciales detenidos y desparecidos durante la dictadura militar, en diversas oportunidades.

Así, y a modo de continuidad la FJA toma como suya la idea propuesta por Memoria Abierta a fin de rendirle homenaje a nuestros compañeros judiciales desaparecidos, dado que representa la materialización artística de las diversas distinciones y recordatorios ya ofrecidos. La colocación de una escultura en el monte cedido en el Paseo de los Derechos Humanos, representa la evocación constante a la Memoria y al Nunca Más. Así, y dada la relevancia de este acontecimiento, la FJA, optó por una modalidad democrática para la elección de la escultura: organizó un concurso público entre trabajadores judiciales y de la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA).