"En esa época mucha gente no quería identificarse porque tenía miedo, pero como vivíamos con el fantasma de los servicios, les pedíamos que presentaran su documento y un habeas corpus antes de tomarle la denuncia. A los denunciantes le dábamos un formulario para que completaran. Una de las preguntas era si la persona desaparecida militaba políticamente. Absolutamente nadie la contestaba. También había un espacio para observaciones que llenaba la persona que tomaba la denuncia con preguntas adicionales que surgían en el momento o con información acerca de si había habido testigos del procedimiento (que era un dato importante para los abogados). Las fichas eran de uso interno. Servían para tener acceso rápido a las denuncias de desaparición. A veces venían los abogados a buscar información y entonces nosotros mirábamos la ficha y después íbamos al expediente. La idea era tener sucintamente las individualidades de todos los desaparecidos. Con ese fin Otilia creó una forma de clasificación por jinetes de distintos colores para distinguir más rápidamente los grupos de desaparecidos. Al reverso de cada una de las fichas se ponía un sello que tenía números ordenados del 1 al 19. Los casilleros daban la pauta de dónde ubicar los jinetes y según dónde se ponían y los colores que tenían, podían representar una categoría distinta (el sexo de la persona, la edad, la ocupación, etc). A las fichas, además, se les ponía un sello de una letra (coincidente con la inicial del apellido) y un número (de 2 o 3 cifras) que debía corresponder a la ubicación del testimonio en el archivo general". * Testimonios de Otilia Pezolano de Renou y Bella Friszman registrado por Memoria Abierta el 11 de diciembre de 2009. Al momento de la entrevista ambas integran la APDH. |