"Cuando volví con la contraofensiva, mi vieja no tenía
conocimiento oficial de que yo estaba acá. Sabía que no estaba más en México,
así que es probable que se lo imaginara, pero no me había acercado por la casa.
Ella estaba en contra de que volviera, de que me arriesgara. Entonces, cuando Montoneros me echa de la organización y del país, quería hacerle llegar un mensaje de que ya me estaba yendo para que se quedara tranquila. No sabía cómo hacer. Me fui a un negocio por el barrio de Belgrano y compré unas campanitas. Les pregunté si las mandaban a domicilio y me dijeron que sí. Así que las metí en una caja, les pedí una tarjeta y puse que me estaba yendo del país y no se qué otra cosa. La tarjeta no se conservó. Era el año 79 y mi vieja ya había aprendido a no conservar ciertas cosas comprometedoras. Pero bueno, las campanas las guardó". *Testimonio registrado por Memoria Abierta el 27 de julio de 2010. El testimoniante prefirió mantener su nombre en reserva. |