"A pesar del secuestro del archivero la información no se perdió. La APDH tenía varias fotocopias de cada denuncia guardadas fuera de la institución en distintos lugares. Yo por ejemplo era la encargada de llevarlas a Merlo, creo, porque esas cosas uno trata de olvidarlas. Viajaba en el tren del Oeste y caminaba desde la estación hasta la casa de un Pastor que las depositaba en un espacio disimulado en el techo. Otros compañeros hacían lo mismo pero llevaban fotocopias a otros sitios. Poco tiempo antes de la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ya habíamos recuperado toda la información. Entonces fue formalmente entregada. Luego, como ésta tenía caracter de público, no era necesario seguir ocultándola". |