“Cuando fue secuestrado, Carlos llevaba en su bolsillo una boleta de la inmobiliaria y ahí tenía el domicilio de su casa. Inés, su pareja, como se habían hecho las ocho y no había vuelto a cenar, agarró su bolso y se fue al lugar donde Carlos debía ir. Allí se enteró que no había llegado. Entonces no volvió más a la casa. Se fue a Buenos Aires.

Pasados veinte días del secuestro yo quería fotografiar la casa para una acción judicial. Así que fui a la vuelta de la casa donde yo vivía que había una casa de fotografía y le pregunté si sacaban fotos a domicilio. Me dijeron que si, así que fui con un cuento de que yo alquilaba una casa y que no se que había pasado con los inquilinos. Cuando fuimos allá el fotógrafo me dijo que él sabía cómo fotografiar porque lo hacía para la policía. Así que sacó todas las fotos que creyó conveniente y nunca se dio cuenta lo que estaba haciendo.

En la puerta de entrada habían escrito "no pasar". Además se ven todos los impactos de bala en las persianas. En la cocina están todos los cajones de la bajo-mesada revueltos”.