“Estos tangos no fueron producto de una composición, sino más bien de una catarsis. De la impotencia, el temor, la rabia, el sufrimiento que teníamos. Recuerdo que cuando terminé pensé que era una emergente del pueblo, nada más. Ponía las manos sobre el piano y salía eso. Lo único que tenía era la necesidad de volcar lo que estaba viviendo adentro que no podía contárselo a nadie. Tenía pocos amigos con quien hablar en voz baja y a mis hijos tampoco se los podía comentar porque eran muy chicos. Creo que me curaba de no enloquecer haciendo estos tangos. Yo soy música desde los 7 años y mi vida transcurre durante el apogeo del tango. Sin embargo, si bien el tango estaba en mi cotidianeidad, no lo estaba como objeto de trabajo ya que, como la gente de mi generación, me dediqué a estudiar lo que los profesores me daban, que era la música clásica. Los dos primeros tangos (´Tinta y borrón´ y ´Tiempo sin piel´) surgieron en 1974. Yo tenía 42 años y las tres A1 entraron en mi edificio. Fueron a buscar al dueño de casa de una familia vecina. Como él no estaba torturaron a la mujer delante de la hija mayor que tenía once años. ´Tinta y borrón´ es porque queríamos escribir la historia y se nos borroneaba. ´Tiempo sin piel´ es porque la piel es lo que nos protege y sentíamos que ya no teníamos cómo protegernos. ´Buenos Aires ¿qué querés?´ y ´Buenos Aires ¿hasta cuándo?´ son de 1978 y están dedicados a mis hijos, porque no podía creer que todos los días a las 7:30 am tuviera que preguntarle a un chico de trece o catorce años si llevaba el documento cuando iba a la escuela. ¡Era una vergüenza! Yo me quería ir del país. Pero no lo hice porque como era una mujer separada, los hubiera privado de su padre. Después pasaron los años y en el 82 viene la locura de la guerra de Malvinas. Sobre lo que ya estábamos viviendo mandan a chicos de dieciocho años a morir. Ahí escribo ´Piel sin reloj´. Dije basta, no puedo más estar así. Por lo que caminando por el barrio me encontré con una mesita en una esquina con una foto enorme y el bigote de Alfonsín y me metí. Adentro había un montón de gente que, sin compartir todas las ideas del partido, estábamos juntos. Yo no tenía fuerzas ni ganas de entrar al peronismo, que estaba muy dividido, y Alfonsín me resultaba un tipo muy simpático e inteligente. Entonces, como yo soy una persona de aula y miedosa, en el partido me mandaron a trabajar a una olla popular en la Parroquia Nuestra Señora de la Consolación. Ahí estábamos todos los partidos: los martes estaba la UCR, los miércoles los peronistas, los jueves los comunistas y todos éramos compañeros. Yo tenía la obligación de conseguir los suministros para las 250 personas que venían. Cuando me lo dijeron llegué a casa agarrándome la cabeza. Pero por sugerencia de mi vecino, fuimos con su esposa a preguntar en el edificio quién colaboraría y de 92 departamentos, 85 dijeron el sí. A mi esa olla popular me vinculo con el hambre. Recuerdo que la primera vez que vi chicos de la calle era un grupito que estaba en la estación Constitución en 1976. ´Volteando el miedo al aire´ es un tema reiterativo, que no tiene salida. Al principio hay dos voces, una de los sentimientos y otra de la locura, lo que pasaba. No había cambios, estábamos agobiados. Pasó un tiempo y llegamos al 83. Me acuerdo que antes de las elecciones reunieron a todos los radicales en la cancha de Boca. Entonces yo, que estaba en la calle esperando para entrar, veo que viene todo un grupo de jovencitos con una pancarta y uno de los palos lo tenía mi hijo menor, que estaba en la secundaria y hacía lo propio sin hablarme. Me pareció muy bien. Nos cruzamos y nos saludamos. Nos reconocimos. Al año siguiente hice ´Gambetas de la vida´ un tango que habla de que habíamos llegado. Por último, en esa época lo único que compuse que no fueron tangos fue un vals, que es el tema más alegre del momento y lo hice en homenaje a mis padres. Tiempo después, un conocido me dijo que le gustaría ponerle letra a mis tangos y yo le dije que bueno. Sin embargo, la letra que le puso no tenía nada que ver con lo que yo había vivido. Eso fue creciendo hasta que nos invitaron a la facultad de derecho a tocarlos. Pero la letra siempre fue como un parche para mí. Desde el 83 hasta el 2005 casi no toqué estos temas. Era de lo que no se hablaba. Yo probablemente estaba un poco enferma de miedo y tenía que sacármelo. Creo que son auténticos y simples, porque no podía estar pensando en riquezas armónicas o lucimientos. Todos me salieron así y no les cambiaría una nota. Pertenecen a un momento de mi vida que son esos diez años mortales y no los puedo modificar. En 2008, estos tangos tendrían que haber salido publicados en España. La idea era que los tocaran estudiantes de piano con un promedio de cinco años de aprendizaje. Se iban a dar con un CD en la solapa con el audio de los tangos pero con el advenimiento de la crisis económica en Europa quedó todo suspendido”. 1Alianza Anticomunista Argentina * Testimonio de Beatriz Tabares registrado por Memoria Abierta el 10 de septiembre de 2010. Al momento de la entrevista Beatriz es profesora de piano. |